
Formación y universidad
Como saben, se acaba de aprobar la reforma laboral; y aunque aún falta su desarrollo reglamentario, su impacto no dejará de sentirse pronto a todos los niveles. Para sus defensores, una reforma largamente esperada y muchas veces postergada que debe dar un impulso a la flexibilización en las relaciones laborales y en la creación de empleo. Para sus detractores, un recorte en los derechos de los trabajadores que traerá más precariedad en el trabajo. Pero no son estos las características que quería comentar en un espacio dedicado a tratar temas educativos, sino los aspectos formativos en los que esta reforma incide. En ellos se recoge que los empleados tendrán derecho a 20 horas retribuidas de formación. Llama la atención que la formación se considere un derecho, y que se reconozca el peligro que los trabajadores tienen de perder su puesto de trabajo por falta de adaptación y reciclaje; es decir, por obsolescencia profesional. Por primera vez se reconoce, a mi entender, la importancia de la formación continua. Por muy bien formado que uno acabe sus estudios, el riesgo de quedarse descolgado de la lógica evolución de los conocimientos es completamente cierto.
Me pregunto cómo la universidad puede echar una mano en esto. Aunque aparentemente gratuita para sus estudiantes, la universidad tiene ingentes recursos asignados: instalaciones, profesores, investigación. No puede seguir cerrada al empleo, a las profesiones, a la formación a lo largo de toda la vida. No puede ser solamente una opción de primera formación superior para jóvenes. Debe abrirse al reciclaje profesional a todos los niveles. Su exceso de regulación y falta de autonomía, complican la innovación. Su conservadurismo histórico (y no me refiero al político, sino al social) evita que el aire de la sociedad real entre por sus ventanas. La sociedad que sufre los excesos de la crisis económica no puede entender que esta universidad siga viviendo de espaldas a la creación y difusión del conocimiento que permite el empleo y la carrera profesional prolongada. Lo cual sólo es posible con el reciclaje continuo y la posibilidad cierta de volver una y otra vez a sus aulas en todas nuestras etapas vitales y profesionales.
La universidad española no debería de perder la oportunidad que los cambios legislativos en materia laboral le brindan para servir a la sociedad que la creó, que la mantiene y que debe ser su única razón de ser.
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